
Cuando menos, eso advierte en sus primeras páginas. Sin embargo, recae en lo que había negado y comienza a delinear recetas para comportarse editorialmente. De cualquier manera, brinda lecciones para fortalecer tal camino.
Así, acude a estas líneas el popular dicho: más vale el diablo por viejo que por diablo. Recorrer un camino difícil con la guía de quien ya lo ha hecho es de gran utilidad, y sucede de tal modo para quien guste aventurarse en la labor editorial. Hay que reconocer las experiencias precedentes para no causar ternuras y sobre todo, pérdidas.

El trabajo del editor debe considerar la importancia de fortalecer la industria local, pues por pequeña que sea, en términos monetarios, ésta, en cualquier país representa un elemento de desarrollo social, educativo y económico y, por lo tanto, de la consolidación nacional.
El proceso editorial es una labor en cadena que contiene cuatro elementos imprescindibles:
- Autor, quien escribe el manuscrito. Además se encuentra respaldado por la legislación sobre derechos de publicación donde se evita la piratería y se reconoce y fomenta la creación literaria.
- Impresor, que transforma el manuscrito en libro. No es formalmente un participante en la “aventura empresarial” de publicar un libro determinado, sin embargo hace aportaciones como cuidado en la composición tipográfica, el formato, los colores de tinta empleados en la impresión, la elección del papel adecuado, la encuadernación, etcétera.
- Vendedor o librero, quien se encarga de comprar a la editorial y comercializar los ejemplares producidos.
- Y el editor, quien asume la tarea de estratega y organizador del esfuerzo conjunto, reúne a los tres primeros elementos y, generalmente, corre los riesgos comerciales (pérdidas o ganancias de la empresa). Éste último, adquiere mayores responsabilidades en cuanto a la previsión, creación, planeación a largo plazo y espíritu de experimentación.
Fuente:
Datus C. Smith, Jr. Guía para la publicación de los libros
Alejandra, bien tus comentarios. Pero te faltó el lector. ¿Quién sino el lector que es el eslabón último pero el más importante?
ResponderEliminarGabriel Zaid (te lo recoemiendo, sobre todo Los demasiados libros) dice que si el libro se hace no garantiza que se distribuya, que se distribuya no garantiza que se venda, si se vende, nadie garantiza que se lea. ¿Y si no se lee? Por eso hoy se habla de la cadena autor-lector.
Saludos
Juan José