miércoles

Libro: la materialización de las ideas

Tras las bambalinas de un libro existen diversos pasos para que éste vea la luz en una librería. Uno de estos momentos previos es su búsqueda y fomento, trabajo que realiza el editor, sea cual sea la casa editorial donde se encuentre.

La romántica idea que seguramente más de uno habrá visto en las películas donde una historia de éxito o fracaso editorial se da entre los manuscritos enviados e ignorados en las editoriales, no está por demás decirlo, sucede. Sin embargo, para no andar el camino al tanteo y para asegurar un correcto ciclo de publicación, el editor no debe esperar a que los manuscritos lleguen.

Promover y estimular la realización de ellos es una parte sustancial de su labor. Datus C. Smith, siempre aterrizando los conceptos editoriales en el plano económico, menciona que el editor tiene un doble rol o papel estratégico indivisible, es decir, él es un promotor cultural y a la vez un prudente hombre de negocios. El rol estratégico del editor permite decidir qué libros serán publicados.

Para que un editor se asegure de que a sus manos lleguen más y mejores manuscritos, debe considerar el buen manejo de estos, para eso, se deben registrar los textos que ingresan y así saber las fechas de recepción o devolución.

Para elegir el bueno hay que leer entre los malos, en tal trabajo consiste el proceso de evaluación o dictamen, hecho que además lleva tiempo y dinero, para ahorrarlo, el departamento editorial puede descartar de forma más efectiva los manuscritos que no serán publicados, dependiendo de, si el tema interesa o no a la empresa de acuerdo con su línea editorial.

No se debe olvidar entonces que la selección de manuscritos responde a intereses económicos de la empresa y a miras culturales.

El manuscrito es la base sobre la cual se desenvuelve todo el trabajo editorial. “Sin contar con ideas que puedan resultar útiles o de interés para el público, y sin una presentación aceptable para el lector, el esfuerzo editorial resulta completamente inútil”.

Para cerciorarse de que el manuscrito es publicable desde su elección hasta su cotización, es importante que en el proceso editorial “estén representados los puntos de vista de todas las áreas que en él intervienen; la decisión final no debe recaer solamente sobre la apreciación del editor en cuanto a la calidad del mismo”.

Fuente:

Datus C. Smith: “Desarrollo editorial: de la idea al libro”, en: Guía para la publicación de libros

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